Acomoda el tronco apoyado en la nuca, sostenido por los hombros y los brazos. La corteza ápera le rompe la piel y unos hilos finos de sangre descienden por sus anchas espaldas. Aspira a fondo el aroma intenso del bosque, siente el alivio de la brisa y el rocío. Los ojos negros de Fresia, que será su mujer si sale vencedor de la prueba, se clavan en los suyos, sin asomo de compasión, pero enamorados. En esa mirada le exige que triunfe: lo desea, pero sólo se casará con el mejor. En el cabello luce un copihue, la flor roja de los bosques, que crece en el aire, gota de sangre de la Madre Tierra, regalo de Caupolicán, quien trepó al árbol más alto para traérsela.
Inés del Alma Mía, Isabel Allende.
Otra vida, otros sueños, otros amores...
1 comentarios:
Es lindo. Ahora a ver el más antiguo. Ya sabes cuál.
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